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Desde bots de chat que actúan como asistentes inteligentes y responden a preguntas en línea hasta máquinas industriales inteligentes que realizan tareas monótonas y peligrosas: hoy en día, encontramos ayudantes inteligentes en muchos ámbitos de la vida y en diferentes formas, tanto de hardware como de software.

Una directriz de la Asociación de Ingenieros Alemanes (VDI) define los robots industriales como “manipuladores de aplicación universal con varios ejes, cuyos movimientos son libremente programables (es decir, sin intervención mecánica y permitiendo su modificación) en cuanto a secuencia, trayectorias o ángulos, y pueden ser asistidos por sensores si es necesario. Pueden estar equipados con pinzas, herramientas u otros equipos de fabricación y pueden realizar tareas de manipulación y/u otras tareas de fabricación”.

Desde los robots de servicio autónomos como limpiadores domésticos hasta los robots médicos que asisten a los médicos en los quirófanos, pasando por los robots humanoides de juguete para los ingenieros del futuro: el abanico de aplicaciones potenciales es muy variado, y no se limita en absoluto a su uso en las fábricas.

El término “robot” también se encuentra en el ámbito del software, normalmente abreviado como “bot”. El Centro de Competencia de TI Pública define los bots como “programas informáticos escritos por humanos que, dependiendo del objetivo específico, pueden recopilar datos de forma independiente, difundir información y comunicarse e interactuar con otros usuarios”.

La naturaleza de los bots es variada: como usuarios artificiales de las redes sociales, los bots son entretanto capaces de imitar el comportamiento humano de forma muy convincente y de manipular los debates políticos, por ejemplo. Pero también pueden ser muy útiles, como los bots de chat que acceden a bases de datos de respuestas y se utilizan en sitios web cuando los usuarios necesitan ayuda

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